La semana pasada ha fallecido Nilla del Bino. Enhorabuena a los que tuvieron la suerte de conocerla y a los que no, os cuento un poco quién fue: Ocupó muchísimos puestos en Alfa Romeo, Fiat, FCA… Pero sobre todo, ocupó un lugar muy importante en el corazón de quienes la conocieron. En su última época, era responsable de Marketing del departamento de flotas de FCA, donde tuve la enorme fortuna de conocerla.
Enseguida descubrí por qué para todo el mundo del departamento era La Mamma: siempre atenta, cuidaba de todos, analizaba con ojo clínico el estado anímico de cada uno y para todos tenía la medicina correcta.
Siempre.
Apoyo, cariño… pero también mirada fija y cara seria cuando había que enderezar a alguno de sus «hijos».
Cuando Juan Arús me preguntó si quería escribir unas palabras, lo primero que me salió fue: no será ni una necrológica, ni un obituario. De Nilla solo puedo escribir un panegírico… ¡Qué maja que era, Dios mío!… Además de una fantástica profesional: lista, trabajadora y responsable.
Sabía encontrar siempre soluciones y moverse a todos los niveles dentro de la siempre complicada organización. Ya sabéis lo que se dice de la diferencia entre Fiat y la mafia (que esta última, al menos, está organizada)…
Manejó con astucia y pericia el presupuesto para conseguir que llegásemos a todo y, lo más increíble de todo, organizar (junto a su álter ego, Pep) los mejores eventos del sector: todo el mundo salía encantado y, sobre todo, enamorado de ella.
«Enseguida descubrí por qué para todo el mundo del departamento era la mamma: siempre atenta, cuidaba de todos, analizaba con ojo clínico el estado anímico de cada uno»
Hasta cuando las restricciones presupuestarias le apartaban de viajar con sus invitados, cada día había siempre un momento, un detalle, que hacía que alguien dijese: ¡Joder, qué sorpresa, Nilla siempre está en todo!
En la vida, también estaba en todo y en todos: Quería a su hija con locura y juntas dedicaron miles de horas a su fundación de equinoterapia.
Le sobraba amor para familia, amigos y compañeros.
Tras su salida, tuve la suerte de seguir en contacto con ella y conocerla mejor, una vez liberados de las ataduras de la relación profesional. En sus últimos meses, con la maldita enfermedad que la iba consumiendo, seguía teniendo ese brillo en sus preciosos ojos azules. Se reía con ganas de las viejas tonterías del trabajo y le gustaba preguntarme sobre mis andanzas, que siempre coronaba con un ¡Olé!, como si siguiese siendo la chiquilla italiana a la que el español le hiciese gracia, después de casi 60 años en España.
Por desgracia, cuando conocí la naturaleza de su enfermedad, supe que no había escapatoria al desenlace.
Desgraciadamente, mi prima Matilde (lo más parecido a una hermana pequeña que he tenido) nos enseñó el doloroso camino unos meses antes, así que Nilla y yo nos mirábamos a los ojos y hablábamos «del bicho» sin las cautelas habituales en estos casos. De modo que me alegré de que pudiese despedirse de muchos de sus amigos en una reciente cena de departamento, en la que discretamente no dijo nada, pero pudo observar que todos «sus pequeños» estaban bien.
Durante el trayecto hasta el restaurante, recordó lo que había tenido que trabajar, como madre soltera, completando su salario de Fiat con traducciones de italiano para poder salir adelante. Al final, orgullosa de haber conseguido estabilidad y criar a una hija maravillosa, no se arrepentía de nada, ni le quedaban cabos pendientes que la atormentasen.
¿Dónde hay que firmar?
«En la vida, también estaba en todo y en todos: Quería a su hija con locura y juntas dedicaron miles de horas a su fundación de equinoterapia»
Supongo que en este tipo de textos, aquí, es donde llega la parte de Descanse En Paz. Pues lo siento, no. Como sé que no me voy a olvidar de Nilla, la molestaré con mis divagaciones y mis cuitas y no la dejaré descansar, porque seguirá siempre ocupada mientras cualquiera de sus niños se acuerde de ella o la necesite.
PS: Recientemente también sufrimos la pérdida de Alberto Nieto, la cara conocida y para muchos de nosotros, el alma de Eurotax. Gran amigo, le encantaban los eventos de Nilla. Seguro que ahora están disfrutando los dos: Nilla organizando, y Alberto dejándose llevar por ella.
PPS: En un grupo común de WhatsApp, con Alberto y otros ilustres del sector y en respuesta a una invitación para venir a casa, el último mensaje enviado fue, precisamente, de Alberto para disculparse por no poder venir: “mejor más adelante, que estamos fuera”.
No hubo ocasión, pero es un terrible recordatorio de la necesidad de vivir la vida y de no posponer nada.