Es la pescadilla que se muerde la cola. Para los fabricantes de automóviles, cambiar el chip hacia un modelo de movilidad ecológica está siendo complicado. Esta transición se está produciendo no por convencimiento propio, sino por imperativo legal en el mercado europeo.
Esta situación ha provocado el lanzamiento de una oleada de productos ecológicos en forma de automóviles con sistemas de hibridación y eléctricos puros, que empiezan a contar con cifras apreciables. Es cierto que sus precios de venta todavía no alcanzan a buena parte de la población, pero el camino está diseñado ya y empiezan a anunciarse modelos eléctricos con precios que el cliente de la calle puede permitirse.
Pero la coyuntura ecológica para la industria del transporte, la logística y todo lo relacionado con los envíos está siendo más complicada. No se está produciendo esta transición y, en los casos que se está fraguando, lo hace de un modo lento, poco eficiente y con una ecuación económica insostenible.
Por esta razón, algunas de las principales multinacionales que operan en Europa y que trabajan diariamente con envíos y transporte, una actividad sin la que no podrían sobrevivir, han enviado una carta al Parlamento Europeo en la que reclaman a Bruselas que debe ser más incisiva con los planteamientos de reducción de emisiones al medioambiente del transporte y la logística.
La Comisión Europea ha fijado unos estándares de reducción de emisiones de dióxido de carbono de un 45% para 2030 y en relación con 2019, una cifra que será del 65% en 2035 y del 90% en 2040.
Este tijeretazo no es suficiente, de acuerdo con compañías como Pepsico, Nestlé, Nike, Deutsche Post, Heineken y 35 corporaciones más, a las que se une el lobby EV100, al que están asociadas firmas como Allianz, Barclays, Hewlett Packard, Coca-Cola o Iberdrola.
En concreto, el grupo pide al Parlamento que endurezca la reducción de CO2 en los camiones del 45% al 65% en 2030, lo que equivaldría, según sus cálculos, a poner 150.000 camiones sin emisiones en las carreteras en esa fecha.
También reclama que fije un objetivo final de reducciones del cien por cien en 2050, en lugar del actual 90%, y que amplíe su foco a los ámbitos de la construcción, residuos y algunos tipos de reparto urbano, que ha dejado fuera de los objetivos de reducciones.
“Algunos incluso hemos fijado objetivos climáticos más ambiciosos para nuestras propias empresas, y trabajamos a diario para alcanzarlos”, explican las empresas en la misiva enviada a Bruselas, a la que ha accedido Fleet People.
Las compañías razonan su petición en la necesidad que tienen de adquirir lo más rápido posible flotas de camiones eléctricos para alcanzar sus metas de sostenibilidad, una posibilidad a la que no pueden acceder porque los precios y la tecnología del transporte pesado con cero emisiones resulta aún inasumible para la mayoría de actores del sector, con precios para un camión eléctrico que se acerca sin problemas a 300.000 euros.
Por esta razón esgrimen que, si Europa aprueba reducciones de emisiones más drásticas para los camiones, esta presión servirá para que la industria se mueva más rápido en términos de investigación, incentivos y los parámetros necesarios para desarrollar antes vehículos pesados sin emisiones que sean asumibles desde el punto de vista económico para las empresas que funcionan necesariamente con elementos de transporte.
“Unos objetivos de CO2 más ambiciosos, tanto en 2030 como en 2040, conducen a un coste total de propiedad (TCO) significativamente menor y a un mayor ahorro, ya que acelerará la producción masiva de camiones de emisiones cero”, concluye la carta enviada a Europa.