El constructor de automóviles Fisker, que atraviesa serios problemas de liquidez, ha declarado en concurso de acreedores bajo protección judicial su negocio en Austria, una localización clave porque es allí donde construye bajo pedido su SUV Ocean, que recientemente salió al mercado.
El SUV Ocean se construye en la factoría del ensamblador canadiense Magna, que está especializado en producir vehículos para terceros, en las instalaciones de Magna Steyr, en la antigua factoría de Puch en Graz, donde se han fabricado modelos emblemáticos como el Saab 9-3 de la última etapa de la marca sueca.
Magna se vio obligada, la semana pasada, a despedir a los 500 empleados que tenía contratados en sus instalaciones para producir el Ocean, después de que Fisker se viera obligada a anunciar que dejaba de fabricar de modo teóricamente momentáneo el modelo debido a la tibieza en sus ventas y a las malas condiciones económicas de la compañía.
Durante los primeros compases de este ejercicio, Fisker solo ha sido capaz de comercializar unas 1.500 unidades del Ocean, lo que le ha hecho acumular más de 5.000 unidades de este modelo en stock. Por ello anunció que detenía su producción durante al menos seis meses.
Desde que se introdujo en el mercado y hasta el pasado 16 de abril, y según cifras obtenidas a través de la compañía por Fleet People, Fisker ha comercializado 6.400 unidades del Ocean, que es cien por cien eléctrico.
Fisker ha tratado en los últimos meses de llegar a un acuerdo para fabricar vehículos con un grande de la industria de automoción —se comentó ampliamente que era Nissan—, como una huída hacia adelante para captar más fondos y continuar con el negocio.
Todo ello bajo un marco gran inestabilidad en sus cifras, con unos ingresos que se situaron en 273 millones de dólares en 2023, y unas abultadas pérdidas de casi 762 millones de dólares, casi 200 millones más de números rojos que en 2022.
En uno de sus últimos intentos por captar liquidez, la empresa dirigida por Henrik Fisker ha intentado elevar sus opciones de generar recursos aplicando unos descuentos enormes a sus Ocean a la venta en Estados Unidos, reduciendo el precio de su modelo de salida desde 38.000 a 25.000 dólares.
La situación ha pillado de sorpresa a los potenciales distribuidores de la marca en territorio europeo, donde Fisker pretende introducirse de modo inminente, si bien dichos planes podrían retrasarse.
La empresa aún no ha oficializado sus resultados económicos correspondientes al primer trimestre del año.