La Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en Carreteras (NHTSA, en sus siglas en inglés) de Estados Unidos ha iniciado una investigación que abarca más de 1,4 millones de vehículos del fabricante de automóviles nipón Honda y de su filial Acura tras recoger cerca de 200 informes de problemas potenciales en el motor de varios de sus modelos.
En noviembre de 2023, Honda inició el proceso para revisar 249.000 vehículos equipados con motores V6 de 3,5 litros. La marca aludió a un defecto en el cigüeñal que podría acelerar el desgaste de los cojinetes de la biela, lo que produciría un fallo total del propulsor de los coches.
La investigación de la NHTSA revisará si otros vehículos afectados, incluidos modelos como el Acura MDX fabricado entre 2016 y 2020, el Acura TLX (2018-2020), el Honda Pilot construido entre 2016 y 2020, el Honda Ridgeline de 2017-2019) y el Honda Odyssey de 2018-2020 forman parte de este proceso de revisión e investigación.
Honda ha comunicado que ya está en contacto con la NHTSA y ha afirmado estar dispuesta a cooperar plenamente durante todo el proceso, según ha publicado la agencia Reuters.
Los concesionarios de la marca han comenzado a inspeccionar y reparar los vehículos en cuestión, reemplazando motores según se necesite.
Honda ha oficializado durante la semana pasada unos resultados económicos positivos, después de generar 66.045 millones de euros de ingresos en el primer semestre fiscal, con un aumento del 12,4%, si bien su beneficio después de impuestos se retrajo de modo considerable, con un 19,7% de retroceso en el periodo y 3.025,4 millones de euros.
La compañía prevé situar su facturación cuando concluya su año fiscal actual 2024-2025 en 128.457 millones de euros, un 2,8% más respecto de los ingresos que generó el año pasado, y obtener 5.811 millones de euros de resultado neto, lo que significaría un descenso del 14,2%.