domingo 1, diciembre, 2024

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Dos pasos detrás de la Reina

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Autor

Andrés Sánchez Magro
Andrés Sánchez Magro
Muchos le llaman ‘el juez gourmet’, aunque, técnicamente, deberían denominarle ‘el magistrado gourmet’. Un apasionado de la buena vida y de los placeres del buen comer —es un reconocido crítico gastronómico—, la moda masculina más exclusiva y los buenos modales de todo caballero que se precie de serlo. Juez Titular del Juzgado Mercantil Nº2 de Madrid, Sánchez Magro no se corta un pelo en su cita habitual con los lectores de FLEET PEOPLE y analiza cuestiones tanto actuales como de fondo en las que ‘dardea’ sin piedad cualquier injusticia. Una pluma de las buenas.

La vida como ameba puede llegar a resultar maravillosa (o no). En este mundo postapocalíptico en el que parece que pronto nos va a tocar empezar a vivir, o no, y del que —sin lugar a dudas— hemos salido todos mejores personas, o no, cabe en la mente de algunos echar la vista atrás, y humildemente reflexionar sobre lo conseguido en este último año, o no.

 

 

 Con lo sencillo que resulta relegarse al segundo plano. Vivir la vida desde las sombras. Lo cierto es, que si no nos paramos a analizar el porqué de las cosas, las cosas hacen con nosotros lo que quieren. O no.

 

 

Si no dedicamos ni un minuto de nuestro día a levantar la cara de la pantalla y observar lo que nos rodea, fácilmente se nos escapa un año de vida tras otro. Y no nos damos cuenta, o no. Protagonizar una vida puede resultar una tarea ardua para muchas amebas. El conformismo es cómodo, es rápido, es ir a lo fácil, o no.

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Perder la individualidad para sentirnos aceptados por una sociedad dormida es la crónica de una muerte anunciada. Cuando la gente está de acuerdo conmigo, siempre siento que debo estar equivocado, o no.

 

 

Querido Óscar, cuánta razón tenías.

 

 

Seguimos resistiéndolo todo excepto la tentación.

 

 

 

 

«Si no nos paramos a analizar el porqué de las cosas, las cosas hacen con nosotros lo que quieren. O no»

 

 

 

 

 El ser humano lleva sucumbiendo a sus deseos desde tiempos inmemoriales. Al fin y al cabo, sólo somos humanos. Esa es nuestra excusa, o no.

 

 

Ahora bien, asumir las consecuencias de nuestros actos, eso ya es algo que no suele gustar tanto. Si no, que se lo digan a nuestros gobernantes.

 

 

A las pruebas me remito.

 

 

La culpa es de la sociedad, de la tecnología, de los que están en el poder, de la suerte, del destino, la familia…o no. Seguimos sin aprender.

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Desde el sofá de nuestra casa, asomándonos al falso mundo creado en las redes, la felicidad es inalcanzable.

 

 

Quedan ya pocos locos que se lancen contra los molinos, y no por prudencia, sino por pereza.

 

 

Lo primero, es saber elegir bien a las reinas.

 

 

Si vamos a tener que caminar dos pasos por detrás de una, si vamos a tener que caer en la tentación, qué menos que sea con una reina como debe ser. 

 

 

Ahora bien, la pregunta es: ¿Cómo debe ser una reina?

 

 

Nosotros todavía seguimos buscándola. Procuraremos que no nos encuentre en el sofá, siendo consortes de nuestras propias vidas, como al príncipe inglés de la serie de Netflix que murió recientemente.

 

 

O no.

 

 

 

 

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