La empresa de renting y movilidad Arval ha presentado un informe que refrebda la idea de que la carga de los vehículos comerciales, de las furgonetas, no influyen en la autonomía de los vehículos tanto como se pensaba.
Influye, por ejemplo, en mucha menor medida que la temperatura exterior y los lugares por los que realiza habitualmente su jornada de trabajo para transportar bultos o entregarlos.
Esta es la principal conclusión de un interesante informe presentado por la empresa de renting y movilidad Arval, que explica que la utilización que más favorece a la autonomía de los vehículos comerciales eléctricos es la que se realiza mezclando vías urbanas e interurbanas, con rangos de velocidades de entre 15 y 40km/h y de entre 60 y 90km/h, respectivamente, y siempre con temperaturas cálidas —no extremas—, lo cual es una muy buena noticia para el entorno corporativo español en comparación con la mayoría de países europeos, por ejemplo.
En este último sentido, cabe señalar que la autonomía en uso real para un ciclo combinado urbano-interurbano para un vehículo profesional de menos de 3.500 kilogramos se sitúa en no más del 70% en condiciones de invierno desfavorables, un dato que hay que tener muy en cuenta.
Aunque hay que tener muy presente que la autonomía, en primer lugar, depende de modo fundamental del tipo de conducción que se realiza, se puede determinar, de acuerdo con Arval, que los furgones o furgonetas de tamaño mediano circulando por vías interurbanas, es decir, a velocidades medias, son la ecuación perfecta para mantener la autonomía del vehículo en su tope, en este caso —ténganlo en cuenta, reiteramos—, obteniendo un 82% sobre la autonomía oficial del fabricante de acuerdo con el baremo WLTP.
“El impacto de la carga y la tipología de la vía por la que se circule son elementos influyentes, desde luego, pero la temperatura ambiente es todavía más crucial, un aspecto que nos ha sorprendido en la hora de realizar el informe”, asegura Manuel Orejas, director de Marketing y Desarrollo de Negocio de Arval, en declaraciones a Fleet People.
Lo que hay en la calle
Con temperaturas medias frías como las que se avecinan, y por ponerles algunos ejemplos, un comercial ligero eléctrico pequeño sin carga, como los que se utilizan en reparto de última milla, mantiene un 71% de su autonomía en uso solo urbano, un 82% en interurbano y apenas un 46% si circula en autopista a más de 90km/h de media.
Para un furgón medio, estos porcentajes son del 53%, 82% y 74% y para uno grande, del 99%, del 104% y del 68%, paradójicamente.
Es decir, que a mayor peso de vehículo, mejor mantenimiento de la autonomía . Seguramente, porque utilizan baterías más pesadas y grandes. Si le colocamos un 50% de la carga útil a ese derivado comercial pequeño, —digamos que este es el ejemplo más real—, su autonomía se sitúa en el 63% sobre la cifra oficial para uso en ciudad, el 75% en entorno interurbano y el 45% en autopista. Para uno medio, el dato se situaría en un 48%, un 82% y un 77%, respectivamente, y para uno grande en un 92% en urbano, un 91% en interurbano y un 61% en autopista.
Y a todo esto. ¿Le renta el eléctrico? En un mundo comercial tan dieselizado, ¿es oportuno? Veamos.
Fundamentalmente, el sí gana siempre que, hoy en día, tenga capacidad de recarga suficiente para su vehículo. Porque hay que observar que disponer de un eléctrico puro, con etiqueta ‘0’, compensa frente a un diésel por la mera razón de la facilidad de acceso a las ciudades y del aparcamiento gratuito. En un entorno profesional, esto es clave.
Arval ha efectuado un comparativo basándose en un uso corporativo de 130 kilómetros diarios cinco días por semana, para realizar 30.000 kilómetros anuales durante 48 meses de contrato de renting.
El resultado es que, sumando el mantenimiento, el uso de combustible y todas las variables posibles, un furgón eléctrico medio tiene un coste total de uso o TCO de 30.248 euros, por los 29.964 euros de uno diésel.