
Ceder una porción de la nómina por un coche de empresa. ¿Y por qué no en España?
La fórmula 'salary sacrifice' está arraigada en las flotas de Reino Unido. ¿Cómo se gestiona en España el coche en especie y la desgravación de IVA e IRPF?

La fórmula 'salary sacrifice' está arraigada en las flotas de Reino Unido. ¿Cómo se gestiona en España el coche en especie y la desgravación de IVA e IRPF?
El término que engloba a la propuesta de financiación relacionada con el coche de empresa que les nombramos a continuación debería cambiarse, sí.
Estamos de acuerdo. Salary sacrifice.
En román paladino, sacrificio del salario. Se trata de una fórmula que apenas lleva algo más de una década en el mercado de flotas más avanzado de Europa, Reino Unido, pero que está adoptando una creciente aceptación entre empleadores y empleados corporativos.
La fórmula de salary sacrifice consiste en que la empresa propone al empleado que una parte de su nómina se destine al renting (alquiler con todos los servicios a cambio de un fee mensual) de un vehículo.
Con este método, y en función de las normativas fiscales de cada país, se pueden conseguir beneficios fiscales para ambas partes, el empleado y el empleador. Básicamente por la vía de la reducción salarial teórica.
Parece la misma fórmula que el vehículo tradicional de empresa, pero no lo es. En el primero de los casos, atraer talento o retenerlo con un plus a través del coche es el objetivo buscado.
En el caso del salary sacrifice, se puede utilizar con este objetivo, pero se trata de una nueva consideración que un trabajador en nómina puede contemplar.
Es decir, no tiene por qué ser esencialmente un incentivo, sino una posibilidad o trueque en el que ambas partes salen beneficiadas.
En el caso español, el coche de empresa se considera una retribución en especie, debe estar incluido en la nómina y, por lo tanto, el trabajador paga Seguridad Social e IRPF (si está cedido en renting, aunque hay jurisprudencia muy dispar y equívoca de diferentes instituciones, establezcamos que se debe multiplicar el valor del coche nuevo por 20 [20% del valor del coche] y por el resultado de dividir el número de días de uso propio calculados entre 365).
Además, la empresa puede repercutir también al empleado el porcentaje de retención de esa retribución que se ha fijado es en especie.
Bajo el esquema de salary sacrifice, el beneficio básico para la compañía se da al reducirse el salario bruto del trabajador, porque la carga fiscal disminuye para la compañía.
Cuando se trata de multinacionales, con miles de empleados y cientos o miles de coches, las cantidades se disparan y este diferencial bien puede tenerse en cuenta.
Además, esta opción permite colaterales —esta palabra tan de moda— muy interesantes, como contar con un extra de motivación para el trabajador, ya que dispone de un automóvil nuevo en condiciones que nunca habría obtenido si hubiera realizado la operación motu proprio.
En Reino Unido, esta alternativa a la tradicional fórmula de coche de empresa se sigue con bastante interés por muchos gestores de flota, directores de Recursos Humanos y de Servicios Generales.
De igual modo que hace dos décadas —sí, únicamente dos décadas— se instituyó el vehículo corporativo. Supone una ventaja fiscal para el empleado y para el empleador.
Para el trabajador, sacrificar una parte de su nómina a cambio de un automóvil tiene ventajas fiscales allí, al abonar menos impuestos por la misma razón por la que la empresa paga menos al fisco: debido a que la masa bruta de su salario desciende.
Y las ventajas son mucho mayores si se tiene en cuenta la cantidad mensual detraída en relación con lo que se obtiene a cambio.
En España, siempre y cuando la reducción coincidiera con el salto de tramo desde un tipo impositivo a otro, el salary sacrifice made in Spain supondría un ahorro que podría cuantificarse en muchos euros.
En el actual ejercicio de 2022, el tramo total (tipo estatal + tipo autonómico) de IRPF según salario anual es el siguiente en nuestro país: hasta 12.450 euros el 19% (9,5% de tipo estatal más 9,5% de tipo autonóico); de 12.451 euros a 20.200 euros, el 24% (12% y 12%); de 20.201 a 35.200 euros, el 30% (15% y 15%); de 35.201 a 60.000 euros, el 37% (18,5% en ambos casos) y por encima de esa cifra y hasta 299.999 euros, el 45% (22,5% en los dos casos) y a partir de 300.000 euros, el 47% (24,5% y 22,5%).
Para establecer una referencia, cabe decir que el tipo en nuestro país figuraba así en 2015: hasta 12.450 euros el 19,5%; de 12.451 euros a 20.200 euros, el 24,5%; de 20.201 a 35.200 euros, el 30,5%; de 35.201 a 60.000 euros, el 38% y por encima de esa cifra, el 46%.
Negociar con un trabajador que entra nuevo en la empresa, por ejemplo, un salario que teóricamente estaría por encima de 35.201 euros y reducirlo de esa cantidad incluyendo una opción separada de renting supondría, de entrada, una reducción para el empleado de ocho puntos porcentuales en el tramo del Impuesto de la Renta sobre las Personas Físicas.
La compañía, de entrada, ya obtendría un beneficio intrínseco con esta medida: reducir el peso económico de las nóminas.
E introduce una variable por la que obtiene un ahorro, ya que el diferencial anual reducido siempre le beneficia: Reduce un montante de 4.000 o 5.000 euros de una nómina anual y los transforma en negocio operativo; pero también eleva su capacidad de aumentar la flota de vehículos y, por lo tanto, de negociar mejores condiciones económicas de compra.
Al entrar en este tipo de esquemas, tal y como se plantean actualmente, el empleado recibe un automóvil, como indicamos previamente, pero prácticamente al cien por cien en muchas mejores condiciones que las que él hubiera conseguido por sus propios medios.
La capacidad de negociación de una compañía con decenas, centenares o miles de coches —o de su operador de renting seleccionado— para conseguir precio no tiene nada que ver con la individualidad de un cliente particular.
El empleado también accede de este modo a vehículos con la última tecnología, más eficientes y con unos niveles de seguridad mucho más elevados.
Además, sólo tiene que hacer frente a la cuota mensual negociada y se olvida de todos los aspectos que suponen un inconveniente directo para el automóvil: hacerse cargo del seguro y mantenimiento y reparaciones del vehículo, así como todos los papeleos e impuestos derivados están incluidos en el fee.
La principal barrera con la que choca en nuestro país este tipo de alternativa al modelo de vehículo de empresa tradicional, que en Reino Unido se ha situado al lado de esta fórmula —no la ha sustituido, es una opción más— reside en el arraigado sentimiento de propiedad de los españoles.
Además, en el modelo de cesión de nómina a cambio de un coche, éste nunca pasa a ser del empleado y no existe esa opción, lo que en principio parece que puede invitar a pensar en que el mayor beneficio lo obtiene únicamente la empresa.
Y a ello debe sumarse la escasa atención que las Administraciones Públicas prestan a este tipo de iniciativas, toda una paradoja teniendo en cuenta que el entramado societario de España está formado principalmente —en un 97%— por pequeñas y medianas empresas y autónomos.
En 2015 (leer un poco más abajo para analizar 2021), precisamente en el apartado del vehículo de empresa, el Gobierno introdujo reducciones en el abono de IRPF para los usuarios que accedieran a coches nuevos más eficientes y menos contaminantes.
En general, se aplican deducciones del 15% para coches que emitan menos de 120 gramos, que cumplan los niveles EURO5 y EURO6 y con un precio inferior a 25.000 euros sin IVA. En cualquier caso, la base de actuación, y por lo tanto de efectividad, resulta mínima.
Esa deducción es del 20% cuando el vehículo sea híbrido, de GLP, autogas y gas natural con un valor de mercado inferior a 35.000 euros sin IVA.
La reducción se fija en el 30% si el vehículo es completamente eléctrico (batería), vehículos híbridos enchufables, de autonomía extendida e híbridos que funcionen en eléctrico un mínimo de 15 kilómetros y cuyo valor esté por debajo de 40.000 euros sin IVA.
En término general, hay que tener en cuenta que se puede desgravar el cien por cien de la cuota de renting del vehículo, por ejemplo y en el caso del Impuesto de Sociedades, siempre que el automóvil esté totalmente afecto al uso empresarial. Y si hablamos del IVA, se parte de la premisa de que, al 50%, el coche se va a usar con carácter corporativo y, si se quiere deducir el 100% completo, hay que aportar al fisco pruebas fehacientes de que el uso es exclusivamente profesional.
El sentimiento de propiedad está fuertemente implantado en España, pero no es menos cierto que la sociedad está cambiando a paso de gigante y cada vez más autónomos eligen fórmulas de renting para su vehículos, por ejemplo.
En el caso de las empresas, instituir un modelo de incentivo a través de fórmulas de salary sacrifice no sería muy diferente a otras opciones que sirven para captar talento o preservar el actual.
En lugar de recibir todo el salario, el empleado recibiría el coche en especie del mismo modo que pueda recibir cheques de comida, algo bastante extendido en nuestro país.
En general, este método funciona mejor (en Reino Unido) con automóviles considerados como eficientes y con índices de dióxido de carbono reducidos. Cuanto más ecológico es el coche, mejor tratamiento fiscal recibe, por lo que la empresa, además de poder acceder a mejores condiciones fiscales, obtiene un añadido extra: que los empleados utilicen coches nuevos y mejorados significa también más seguridad y de ello queda un fiel reflejo en las car policies e incluso en las políticas y documentos corporativos anuales de Responsabilidad Social Corporativa (RSC).
Su huella de carbono corporativa desciende y este elemento casi se ha tornado ya en imprescindible.
Una flota segura, tecnológica y eficiente no es algo que esté de moda ya. Es directamente un planteamiento imprescindible para cualquier empresa que aspire a ser sostenible y a estar comprometida con la sociedad y con sus trabajadores. El salary sacrifice también elimina un elemento fundamental en la valoración de un vehículo. La definición de su valor residual. Es decir, el riesgo de depreciación para el usuario.
Por ejemplo, en un sistema de vehículo de empresa tradicional en España, cuando el usuario firma que se quedará el coche al final del acuerdo, puede sufrir una mala experiencia si el vehículo no cumple con las expectativas deseadas o su residual no es el esperado.
Pagar la diferencia pactada, o no hacerlo y afrontar una penalización, es un inconveniente que se disipa en las fórmulas de salary sacrifice. Bajo esta última opción, nunca se contempla la compra, por lo que no hay sorpresas inesperadas.
El vehículo se cambia en el momento en el que concluye el contrato entre la empresa, la propietaria del vehículo, y el proveedor de renting. Eso significa reemplazar el coche por otro nuevo que, reiteramos de nuevo, contará con todos los más importantes adelantos tecnológicos y de seguridad existentes en el mercado.
En este sentido, basta echar un vistazo al panorama cambiante del sector de automoción cada cinco años. Los coches de hace un lustro parecen antiguos, aunque realmente no lo sean. Pero, por ejemplo, piense en innovaciones como el asistente de carril o las luces led, o simplemente el avisador de frenada. Son elementos que usan modelos nuevos como el Renault Mégane o el Opel Astra que hace un lustro o no estaban disponibles, o lo estaban sólo en coches de gama más alta.
Según la consultora PWC, las empresas, y muy especialmente las grandes corporaciones, están incrementando progresivamente la base de abono a sus empleados en términos en especie.
En la actualidad, la consultora internacional calcula que aproximadamente un 5% de las empresas europeas ofrecen en estos momentos algún tipo de beneficio de estas características a su nómina de trabajadores, ya sea en forma de seguros sanitarios premium, cheques-guardería o días de vacaciones adicionales.
¿Por qué no incluir en España una ecuación que tenga en cuenta los coches de empresa mediante la fórmula de cesión de parte de la nómina?
Otra consultora, la británica OC&C, estima que un 10% de los coches en leasing o renting de Reino Unido utilizarán fórmulas de salary sacrifice en los próximos años. Y otras firmas apuestan por cifras superiores de penetración, de incluso el 15% en el medio y el largo plazo.
Dichos porcentajes no son cualquier cosa. En Reino Unido había contabilizados 2,6 millones de automóviles corporativos, esto es, ligados a empresas, en 2015, un 11% más que en 2014. Y de esa cantidad, un 80% son automóviles de turismo.
Si se tienen en cuenta todos los vehículos computados en esa región en régimen de leasing o renting, por ejemplo, la horquilla de unidades bajo la fórmula de salary sacrifice podría alcanzar en poco tiempo, y según las predicciones actuales, un volumen de casi medio millón de unidades.
Quizás sea el momento para que España comience a articular propuestas de estas características. A pesar del mencionado arraigo en los bienes en propiedad que caracteriza a los españoles, no deja de ser cierto que la sociedad empieza a absorber las nuevas iniciativas que se le ofrecen, sobre todo en el campo de la movilidad, con ojos muy diferentes a los de hace apenas una década.
La práctica para aplicar modelos como el salary sacrifice en nuestro país no sería muy complicado.
Una opción sería mimetizar el modelo europeo de las multinacionales que ya utilizan esta fórmula —es decir, trasponer localmente sus car policies—.
Empresas de gran tamaño como IBM o Barclays en Reino Unido cuentan con parte de su flotas de automóviles corporativa en régimen de salary sacrifice, por lo que no les costaría demasiado adaptar la propuesta al mercado español, añadiendo una serie de especificaciones locales.
Otra cosa es que para llevar a cabo este tipo de iniciativa fueran exigibles y necesarias políticas fiscales públicas acordes que trabajaran de la mano con el sector del renting español, con el fin de incentivar este tipo de alternativas vehiculares entre las empresas y sus trabajadores.
En cualquier caso, en este justo momento y según la mayoría del consultores del sector, el salary sacrifice no siempre supone una clarísima ventaja para trabajadores actuales de una compañía, pero sí es un elemento competitivo claro en el caso de las nuevas contrataciones y con plantillas, hay que especificarlo, con un salario medio que pueda considerarse como suficiente o bueno como para soportar el —nunca mejor dicho— sacrificio de parte del salario.
Si hay poco salario que sacrificar, valga la redundancia, esta opción es poco aconsejable por motivos obvios.
Las empresas de leasing y renting que operan en España tienen algo muy importante que decir en este apartado. Al no haber una estructura de oferta suficiente, ni en los países donde más suena la fórmula como en Reino Unido (una cosa son las expectativas y otra la realidad, creciente pero todavía en clara fase inicial y expansiva), existen pocos modelos de salary sacrifice asociados a propuestas comerciales activas y reales, atractivas y prácticas. Es decir, hay poco en lo que fijarse.
Pero eso también es bueno porque significa que el campo de acción y trabajo es enorme.
Aunque usted, si es gestor de flota, empresario o director de Servicios Generales de una compañía, vea con extrañeza esta nueva propuesta, eche el freno y pare a pensarlo, aunque sea sólo durante unos segundos.
¿No se planteaba exactamente lo mismo —‘para qué necesito esto ahora’— hace no tanto, digamos que 20 años, cuando el vehículo de empresa o el renting, sin ir más lejos, se introdujo en España y los coches de empresa, poco a poco, empezaron a ser una realidad tangible?
Lo único evidente es que quien dé primero con la llave para introducir con acierto este tipo de fórmula en el entramado de empresas de España, esté o no vinculada a modelos fiscales, seguro que dará dos veces.