martes 29, abril, 2025

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Así se regula el coche de empresa entre empleador y empleado en los países clave

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Fiz Cabanas
Fiz Cabanas
Periodista y colaborador en comunicación y digitalización en el Colegio Internacional Obradoiro Coruña, acumula una larga trayectoria en el mundo de la comunicación y el motor desde que comenzara su trayectoria profesional hace más de 20 años El Mundo de Galicia y más tarde en Agencia Efe y El Economista. Además, ha liderado la comunicación en España de empresas y organizaciones como Banco Pastor o la Consellería de Sandidade de la Xunta de Galicia.

El coche de empresa es una fórmula muy extendida entre las medianas y grandes compañías como fórmula de retribución complementaria —en especie— a los trabajadores, algo que ocurre no solo en España sino también en el resto de la Unión Europea y del mundo.

 

Esta herramienta permite al empleador mejorar las condiciones de retribución del empleado de forma que ambas partes salen beneficiadas: el empleador tiene derecho a deducciones por el uso empresarial del vehículo (lo que abarata sus costes), mientras que el empleado accede a un vehículo que puede usar de forma privada a un coste inferior al que tendría que asumir si adquiriera un vehículo como particular.

 

Esta práctica está presente en muchos países, que guardan muchas similitudes en sus sistemas de tributación y diferentes cálculos y declaraciones necesarias para regular este aspecto retributivo.

 

En todos ellos hay factores clave que, de una forma u otra, están presentes, como la importancia de determinar qué porcentaje de uso del vehículo es con fines empresariales y qué parte es con fines privados, ya que en principio ambas deben pagar impuestos.

 

También hay un aspecto fundamental que es común denominador en el ámbito internacional: el factor medioambiental.

 

Así, las regulaciones fiscales contemplan habitualmente los retos climáticos y la evolución de las tecnologías en el transporte y sus fuentes de energía, de modo que incentivan mediante deducciones o exenciones fiscales la elección de vehículos poco contaminantes, de emisiones muy reducidas como los vehículos híbridos enchufables, o incluso nulas, como es el caso de los eléctricos puros. Miremos hacia algunos países para conocer cómo es esta modalidad de retribución.

 

 

 

Para las empresas, tomar buenas decisiones y ajustadas en torno al coche de empresa puede suponer ahorros significativos desde el punto de vista fiscal y económico. // ILUSTRACIÓN: VECTOR

 

 

El coche de empresa, en España

 

El coche de empresa en España es una forma de retribución en especie. Está contemplado en el Estatuto de los Trabajadores, que establece como salario “la totalidad de las percepciones económicas de los trabajadores, en dinero o en especie, por la prestación profesional de los servicios laborales por cuenta ajena, ya retribuyan el trabajo efectivo, cualquiera que sea la forma de remuneración, o los periodos de descanso computables como de trabajo”.

 

Además, establece que “En ningún caso (…) el salario en especie podrá superar el treinta por ciento de las percepciones salariales del trabajador, ni dar lugar a la minoración de la cuantía íntegra en dinero del salario mínimo interprofesional”.

 

 

La clave, el uso privado

 

Una práctica extendida en las empresas españolas es el vehículo como retribución en especie, mediante la utilización o entrega de los vehículos a los trabajadores que, en mayor o menor medida, podrán utilizar de forma privada.

 

Estas rentas se tienen en cuenta en la nómina del trabajador en función de dos circunstancias: si se produce una entrega del vehículo (es decir, el vehículo pasa a ser propiedad del trabajador) se imputará el valor de adquisición para la empresa incluidos los tributos que pague.

 

En cambio, si la propiedad no pasa al trabajador pero éste tiene derecho de uso privativo, la nómina contemplará el 20 por ciento de la valoración total del vehículo. Eso sí, este 20 por ciento se calculará sobre el porcentaje de uso privado del vehículo, ya que puede darse el caso de que el trabajador lo use tanto en el ámbito privado como en el laboral.

 

 

Verde. La conciencia ecológica está moviendo a empresas y Gobiernos a optar por coches ecológicos en sus decisiones de flotas. // FOTOGRAFÍA: R. Anault

 

 

Incentivos a la eficiencia

 

La eficiencia energética y medioambiental de los vehículos es una cuestión también presente en este aspecto fiscal de retribución en especie.

 

En este sentido, las Administraciones incluyen incentivos en el IRPF con reducciones del 15, 20 o 30 por ciento en función de las características energéticas y de eficiencia del vehículo.

 

Así, la deducción será del 15 por ciento cuando el vehículo cumpla con los requisitos que establece la normativa de límite de emisiones Euro 6, según la cual no emitirá más de 120grs/km, y su valor de mercado correspondiente al vehículo si fuera nuevo no supere los 25.000 euros antes de impuestos.

 

Será del 20% cuando se trate de vehículos híbridos o propulsados por motores de combustión interna que puedan utilizar combustibles fósiles alternativos (Autogás, Gas Natural…), y que el precio del vehículo nuevo no supere los 35.000 euros antes de impuestos.

 

Por último, el mayor descuento, del 30 por ciento, se aplicará cuando el vehículo sea híbrido enchufable con una autonomía mínima de 15 km, o bien sea eléctrico de autonomía extendida o eléctrico puro. En este caso el valor de mercado del vehículo nuevo no puede superar los 40.000 euros antes de impuestos.

 

 

El coche de empresa en Reino Unido

 

Los vehículos de empresa son también una práctica común en el ámbito de la retribución flexible en el Reino Unido. En este caso la entrega de un vehículo, incluido en este denominado salary sacrifice es también una fórmula de retribución atractiva para empresas y trabajadores, ya que les da la oportunidad a ambos de obtener un producto o servicio a un menor coste que si fuera adquirido de forma particular e independiente.

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En muchos casos las empresas combinan la entrega del vehículo con otras ventajas como puede ser por ejemplo una aportación a un fondo de pensiones, ayudas para el cuidado de los niños o algún tipo de seguro.

 

 

Tradición. El esquema de coche de empresa está muy arraigado en Reino Unido con fórmulas como el “salary sacrifice”. // FOTOGRAFÍA: A. BARKER

 

 

¿Año 2017, punto de inflexión?

 

Según el club de automovilistas RAC, con sede en Birmingham y que cuenta con más de ocho millones de miembros, tanto automovilistas y motoristas particulares como empresas y compañías, el año 2017 marcó un antes y un después en la fiscalidad y las ventajas de la fórmula de retribución a través de la entrega de un vehículo.

 

Así, antes de ese año el coche de empresa como parte del salario gozaba de las mismas ventajas fiscales que las otras fórmulas de retribución flexible, lo que suponía un potente atractivo para empresas y trabajadores. Sin embargo, los contratos firmados a partir de esa fecha deben atender el pago de impuestos en atención al valor del automóvil o de la parte del salario que implica esta fórmula en cada caso.

 

Es cierto que se estableció un periodo de transición para los contratos firmados antes de esa fecha, según el cual hasta el año 2021 mantendrían sus ventajas fiscales, lo que generalizó la opinión de que sería el fin de esta fórmula de retribución.

 

Sin embargo, los requerimientos medioambientales y las políticas generalizadas encaminadas a reducir las emisiones de CO2 y a incentivar la adquisición de vehículos eficientes y de bajas (o nulas) emisiones ha supuesto un balón de oxígeno para la fórmula de vehículos de empresa, ya que aquellos que entran en la categoría ULEV (Ultra Low Emission Vehicles, por sus siglas en inglés), están exentos de pago de impuestos de la nueva situación fiscal.

 

 

Ventajas, pese a todo

 

Aunque quizá no tanto como antes, la nueva situación fiscal no impide que la fórmula de vehículo como parte del pago siga siendo atractiva. RAC destaca ventajas claras y cuantificables como el hecho de que empresas y trabajadores pueden conseguir mejores modelos por un precio más bajo que si la adquisición se hace de forma particular.

 

Además, hay evidentes puntos a favor como que no es necesario para el trabajador realizar un desembolso grande al principio, y la fórmula suele incluir la mayoría de los aspectos relacionados con la tenencia y uso del vehículo, como el seguro, impuestos de circulación o mantenimiento. Por último, cuenta también el factor antes mencionado de las ventajas fiscales para los vehículos de bajas emisiones y más respetuosos con el medio ambiente.

 

Empresas de gestión de flotas como la británica FleetEvolution destacan también estos aspectos, y de hecho desde el año 2012 se especializó en la gestión de coches de empresa eléctricos. Su caso es un ejemplo práctico de las ventajas fiscales actuales de esta fórmula, que ofrece a clientes que pueden tener plantillas tan grandes como 10.000 empleados o tan pequeñas como de tres personas.

 

 

El coche de empresa en Alemania

 

Alemania es un ejemplo de cómo el coche está profundamente enraizado en la sociedad y en la cultura empresarial (y salarial). Se trata casi de una cuestión más de marketing en el modelo de contratación, de cara a hacer una oferta salarial más atractiva para el trabajador que quiere contratar una empresa: un buen coche que, además de en el trabajo, puede usar de forma privada, es un incentivo que puede compensar en parte un salario no tan bueno.

 

Este tipo de retribución resulta interesante para el trabajador porque de esta forma se le hace asequible un coche nuevo, del que no se tendrá que preocupar en lo que se refiere a desembolso de adquisición o reparaciones.

 

 

 

 

La sociedad empleadora, por su parte, se verá también beneficiada por descuentos y políticas de precios favorables que realizan las marcas, más interesantes que en los casos de ventas a particulares, ya que supone una interesante herramienta para cuadrar sus cifras de entregas.

 

En Alemania el uso privado del vehículo de empresa tiene dos opciones fiscales: la denominada “regla del 1 por ciento”, por el cual el vehículo paga una tarifa plana de impuestos cada mes por el 1% del coste del vehículo en su primera matriculación, así como una tasa por cada kilómetro recorrido. La opción alternativa es la de llevar un libro de registro (logbook), que implica una mayor complejidad ya que el uso empresarial deberá estar documentado y detallado. En este caso, para el uso en el ámbito particular únicamente se exige detallar el número de kilómetros.

 

 

Incentivos a la electrificación

 

También Alemania incentiva fiscalmente a los vehículos híbridos y eléctricos, una opción que resulta interesante para las empresas que se lo pueden ofrecer a sus trabajadores.

 

En este caso, para vehículos eléctricos o híbridos con emisiones de CO2 que no superen los 50 g/km la carga fiscal se reduce en un 50% para la tarifa plana antes mencionada, de modo que los vehículos eléctricos pagan impuestos mensuales únicamente por el 0,5% por ciento del valor del vehículo, como recoge en un artículo de su web la firma legal germana Oppenhoff1.

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Además, en el caso de eléctricos e híbridos enchufables las compañías pueden obtener ahorros de costes adicionales en el caso de proveer la energía para cargar esos vehículos en sus instalaciones.

 

 

El coche de empresa en Francia

 

Como en los países vecinos comentados, el vehículo de empresa está extendido en las compañías con sede o presencia en Francia, y su uso para fines privados/particulares es considerado retribución en especie.

 

De acuerdo con el gestor de flotas independiente galo Fatec, la fórmula más empleada para calcular cómo debe tributar este beneficio es el de la tarifa plana, ya que tiene la ventaja de ser un proceso simple y estable, es decir, que supone prácticamente lo mismo cada mes.

 

Francia es otro país que tiene entre sus prioridades la reducción de emisiones de CO2, lo que explica que los vehículos menos contaminantes y de mayor eficiencia energética estén más favorecidos por la fiscalidad.

 

 

 

 

De hecho, la asesoría de negocio French Business Advice explica que si bien gran parte de los vehículos de pasajeros que se matriculan siguen siendo gasolina o diésel (sin ningún tipo de hibridación), cada vez son más las compañías que optan por vehículos híbridos y eléctricos ya que, además de ser menos contaminantes, ofrecen “significativas ventajas impositivas” frente a aquellos.

 

Dicho lo anterior, los niveles de emisiones de cada modelo influyen en los impuestos que pagan los vehículos de empresa en Francia. Así, cuando las emisiones de CO2 son menores de 21g/km la tasa impositiva es igual a cero. Sin embargo, cuando los niveles de emisión están entre los 21g/km y los 269g/km la tarifa se determina en función de una tabla.

 

Por último, cuando las emisiones superan ese máximos de 269 g/km, el precio se determina con las emisiones de dióxido de carbono del modelo elegido y 29€ por cada g/Km, una diferencia muy sustancial sobre los vehículos de muy bajas o nulas emisiones como es el caso de los vehículos eléctricos puros.

 

La compañía de renting Alphabet especifica en su fleet handbook France cómo tributa el uso privado de los coches de empresa, y cita dos métodos entre los que debe elegir el empleador para calcular este impuesto: como una valoración fija (a su vez con dos modalidades en función de quién paga el combustible, empresa o trabajador) y el precio real. Además, en estos casos también se tiene en cuenta si el coche adquirido tiene más o menos de cinco años.

 

 

El coche de empresa en Estados Unidos

 

El otro lado del charco tiene similitudes con las economías europeas en lo que al coche de empresa se refiere. De hecho, también Estados Unidos es una práctica extendida el ofrecer coches de empresa a los empleados como incentivos, sobre todo cuando los pueden utilizar también de forma personal.

 

¿Por qué motivo ocurre esto? De acuerdo con la asesoría financiera y fiscal norteamericana Wegner CPAs, porque ambas partes ganan con la operación: las empresas consiguen ahorros de costes y deducciones adicionales relacionados con sus flotas al facilitar coches de empresa a sus trabajadores.

 

 

Un vehículo con un distintivo de Uber, estacionado en las calles de Nueva York. // FOTOGRAFÍA: MIKE DOTTA / SHUTTERSTOCK
Un vehículo con un distintivo de Uber, estacionado en las calles de Nueva York. // FOTOGRAFÍA: MIKE DOTTA / SHUTTERSTOCK

 

 

Por su parte, un trabajador con un coche de empresa dispone de un vehículo para su uso personal a un coste muy inferior (solo pagará los impuestos de la distancia recorrida por el vehículo (en millas) que correspondan a ese uso particular.

 

De hecho, si el trabajador se lo compra a título particular no tendrá derecho a deducirse estos gastos ni en la propia compra ni en los costes financieros que pudiera incurrir.

 

Como en otros países, el coche de empresa puede ser utilizado para fines privados, además del uso empresarial. En este caso el trabajador paga impuestos, por lo que su uso deberá ser concretado y registrado mediante uno de los cuatro métodos de cálculo para ello, según explica en su web la consultora norteamericana EideBailly: el de valoración general, el de valoración según alquiler anual, el de los céntimos por milla, y el valor de viajes.

 

 

Fórmulas similares

 

Según lo visto en los diferentes países, lo cierto es que la fórmula del vehículo de empresa ofrece ventajas tanto para el empleador como para el empleado, por lo que se presenta como un interesante recurso en los distintos mercados.

 

Muchos de ellos coinciden también en el impulso al vehículo eficiente, poco contaminante y cada vez más electrificado (de híbridos e híbridos enchufables a eléctricos “puros”.

 

En estos casos la fiscalidad se pone todavía más interesante para ambas partes, aunque también es cierto que a día de hoy los costes de este tipo de vehículos es elevado y la infraestructura necesaria no está lo suficientemente desplegada.

 

Las Administraciones, que incentivan fiscalmente la transición a las nuevas tecnologías, ni las empresas (que aumentan su porfolio de productos y servicios en este ámbito) son ajenas a las tendencias de mercado y los cambios que se avecinan.

 

La electrificación de las flotas es una cuestión prioritaria para todos: gobiernos, fabricantes, empresas de renting, y los propios usuarios.

 

Y, atendiendo a la coyuntura actual de completa y absoluta volatilidad de los precios de los carburantes el cambio, con sus complejidades, se hace cada vez más urgente.

 

 

 

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