jueves 12, septiembre, 2024

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“Archipiélagos”, un viaje sociológico a las repúblicas bálticas

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Esther Alonso
Esther Alonso
Gran experta en el área de salud, sector periodístico en el que desarrolló buena parte de su trayectoria profesional, Esther Alonso lleva 15 años escribiendo sobre eyewear y estilo de vida, una pasión-profesión que le permite ofrecer a los lectores de Fleet People las últimas y mejores tendencias actuales en moda, restauración, viajes y cuidado personal. Un auténtico refugio de placer cotidiano para los amantes del genuino lifestyle. Además de Fleet People, ha colaborado con otros prestigiosos medios como El País, El Español y revistas especializadas como Psychologies o Lookvision.

En el último siglo, los países bálticos Lituania, Letonia y Estonia, pasaron de pertenecer a la Unión Soviética a formar parte de la Unión Europea, con los cambios sociales que ello conlleva. “Archipiélagos”, el trabajo de la fotógrafa Ire Lenes se centra en las minorías rusoparlantes de estos lugares. Los archipiélagos se caracterizan por estar unidos en la distancia. Son un conjunto ligados gracias al agua, como estas células amamantadas y separadas por un factor común: el ruso.

Fotográficamente “Archipiélagos” crea pura delicadeza de la dureza, retratos del día a día, barriadas de paisajes helados, vida cotidiana de las minorías… es fotoperiodismo llevado al extremo del arte de la máxima fuerza visual arrebatadora.

“La Revolución Rusa y el comunismo, junto con la creación de la URSS, fueron de los fenómenos más importantes en el último siglo. Cien años después de la revolución y algo más de veinticinco de la independencia de Lituania, me cuestiono qué sucede con la población proveniente de estas repúblicas que cambiaron de residencia con el libre tránsito de la época.

En Lituania, primera república en independizarse de la URSS, un país nacionalista que rehúye con miedo de aquella época, el idioma ruso está mal visto. Pero hay un barrio en Vilnius, Naujoji Vilna, donde estos prejuicios desaparecen. Mayoritariamente con población de diferentes exrepúblicas, parece un modelo de integración: colegios en ruso, monumentos soviéticos y población ruso parlantes. Pero, ¿es integración o es un gueto? Sus habitantes conviven como archipiélagos, les une lo que les separa, el ruso.

Tras más de diez años visitando este país, y tres años pasando temporadas en este pequeño territorio, sigo haciéndome preguntas sobre estos personajes, intentado encontrar la objetividad en su día a día.” Ire lenes, fotógrafa documental ha sido premiada con la beca DKV en el Seminario de Fotografía de Albarracín 2017 y con el Premio Alcalá de Fotografía Contemporánea por “Archipiélagos”.

 

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Lituania, el primer archipiélago. Lituania es una nación de 2,85 millones de habitantes. Se encuentra al este de Europa. Entre 1987 y 1991 llevó a cabo la Revolución Cantada, un movimiento que concluyó con su independencia de la Unión Soviética junto a Estonia y Letonia. La primera de una serie de países pertenecientes a este gran imperio comunista. La transición fue radical: predominó la idea de hacer tabula rasa. Todo símbolo soviético desapareció. Las fábricas impulsadas desde Moscú se cerraron y el ruso dejó de utilizarse como idioma oficial. Los ecos de un pasado bajo la hoz y el martillo debían suprimirse con velocidad, encarando un futuro en libertad.

Una huida sin marcha atrás. En poco más de 25 años desde su independencia, esta pequeña república ha dado un giro de 180 grados, en 2004 entró a formar parte de la Unión Europea. Una relación deseada tras una realidad sensible marcada por un genocidio atroz. Este pasado provoca que aún en la actualidad prevalezca el temor a su vecino ruso. Cualquier aspecto que se vincule con lo soviético se mira con recelo.

Tal contexto provoca que los ciudadanos de etnia no lituana, los que descienden de las migraciones entre repúblicas soviéticas, hayan pasado a ser un colectivo casi invisible, se podría decir que se ve “El antiguo opresor ahora como oprimido”. Su idioma (el ruso) y herencia cultural son considerados de segunda clase, a pesar de ser residentes de pleno derecho. Algo que no ocurre en sus vecinas Letonia y Estonia. Asombra en este sentido el barrio Naujoji Vilnia, en la zona oriental de Vilna, la capital. Este espacio se alza como un oasis de convivencia. Comunidades rusas, lituanas, bielorrusas o polacas conviven en armonía. Incluso se puede ver un colegio ruso, iglesias ortodoxas, productos rotulados con alfabeto cirílico y parejas de diferente procedencia. A priori, por tanto, parece un modelo de integración.

Cuanto más se profundiza en él, sin embargo, más se observa como un gueto voluntario. Es lo que pretende resaltar la serie “Archipiélagos” mediante una aproximación sociológica a las tres repúblicas bálticas mencionadas. La observación a través de la lente plantea un desafío sobre la figura del opresor oprimido. ¿Cómo se enfrenta una nueva sociedad a la independencia? ¿Cómo se aíslan aquellos que siempre estuvieron unidos? ¿Cómo friccionan dos mitades que siempre han sido una? La primera parte del proyecto está dedicada a Lituania. Aquí se analiza la situación de los rusoparlantes de este país. Los dos siguientes capítulos se centrarán en las particularidades de Letonia y Estonia.

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