Todo empezó el 30 de junio del año pasado, cuando el fondo de inversión estadounidense Apollo puso el ojo sobre la empresa de inspección y certificación de vehículos española Applus. Apollo lanzó una oferta pública de acciones para adquirir el cien por cien de la compañía en una propuesta valorada en total en 1.226 millones, el resultante de ofrecer 9,5 euros por cada uno de los títulos de Applus en cash.
La prima de compra no era descarnada, algo más de un 2% de plus sobre el precio de la acción de Applus de entonces, pero mejoraba en cerca de un 40% el valor del título en su recorrido bursátil de los anteriores 12 meses. De ahí su éxito.
Y en Applus, que es mucho más que ITV, ya que el negocio automovilístico supone un 20% de su facturación anual superior a 2.000 millones de euros, no solo tenía los ojos puestos Apollo. Unos meses después de la postura de esta, otros dos gigantes de los fondos de inversión, ISQ y TDR —esta última involucrada en LeasePlan—, lanzaron una contraoferta a través de su instrumental Amber que mejoraba en un 3% la propuesta y valorando Applus en 1.258 millones.
En realidad, el rally alcista que acumulaba en Bolsa Applus desde finales de 2022 provenía, precisamente, de los rumores de compra por parte de IQS y TDR, no de Apollo. Y fue esta última la que recibió el plácet europeo, en octubre del año pasado, para sacar adelante su opa, aunque la apuesta de Amber fuera mayor y contara con el respaldo de la Junta de Accionistas de Applus.
De su lado, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) aguardaba a nuevos acontecimientos, a la vista de lo que se estaba avecinando no era otra cosa que una guerra por el control de la certificadora española.
Dicho y hecho. En enero pasado, Apollo dio un golpe en la mesa y anunció la adquisición a hedge funds y titulares de acciones privados valores de Applus por un total de 18,2 millones de acciones de la compañía, el equivalente al 21,8% del capital social de la firma.
A tumba abierta
Apollo tuvo que rascarse el bolsillo de nuevo y desembolsar 10,65 euros por cada acción para hacerse con ese casi 22%. Un movimiento directo y de teórica consolidación contra Amber Equity y que además se produjo justo una semana después de que la CNMV aprobara la opa de Apollo contra Applus.
Pero Amber también había efectuado un giro, en previsión de lo que pudiera hacer Apollo: había ido incrementando su apuesta por Applus desde los 9,75 euros iniciales hasta 11 euros, avivando más aún la guerra.
En marzo, la CNMV dio el visto bueno también a la contraopa que había oficializado Amber Equity en septiembre de 2023, corregida con efectos de febrero y con la oferta de 11 euros por título.
Es decir, que a finales de marzo existían dos opas —opa y contraopa— autorizadas por 10,65 euros y 11 euros en el caso de Apollo y Amber.
Applus se ha sentido como una estrella de fútbol a la finalización de su contrato, aguardando la mejor oferta, y así se ha deshojado la margarita.
El Consejo de Administración de Applus ya había dado su visto bueno a la contraopa de Amber Equity, esto es, a IQS y TDR Capital, considerando que su propuesta de valor era mayor y, por tanto, más interesante para sus accionistas.
Pero Apollo contaba con el respaldo de varios hedge funds trabajando para la firma en la sombra.
Sin acuerdo final entre los dos contendientes, Amber era a 1 de mayo virtualmente la ganadora de la batalla, tras efectuar una oferta en sobre cerrado de 12,78 euros por cada título de Applus, frente a los 12,51 euros de Apollo.
Una victoria que se constató el pasado 17 de mayo, cuando Apollo remitió una misiva a la CNMV en la que oficializaba su salida de la pugna por el grupo y en la que aludía a las mínimas diferencias de precio entre las dos opciones.